16 de julio de 2012

Qué ha sucedido con la Democracia Cristiana

Por Günter Krings

El Papa Benedicto XVI dio el año pasado un discurso impactante en el Bundestag, durante su visita a Alemania. Empezó relatando una historia preciosa del Antiguo Testamento, la del joven rey Salomón y su ascensión al trono. Dios le concedió un deseo, y Salomón no quiso bienestar, ni una vida longeva, tampoco la muerte para sus enemigos. Deseó conocimiento, poder juzgar a su pueblo con el corazón, y liderarlos con justicia.

Esta historia tal vez contenga las ideas fundamentales que asientan los cimientos de la política demócrata-cristiana en el siglo XXI. Primero, existe la idea de la humildad, el darse cuenta de que uno no sabe todo lo que se ha de saber sobre lo que es bueno para el otro –el rechazo de todas las ideologías con visiones rígidas sobre el mundo, ideologías que quisieran superponerse a la realidad. Además, la historia manifiesta un enfoque bastante pragmático, que ha sido siempre una de las características de las políticas de la Democracia Cristiana. Una práctica política que aspira a responder a los problemas y preocupaciones de los ciudadanos, y que debe ser capaz de adaptarse. Los políticos no deben conformarse con las respuestas que encontraron en el pasado, más bien deben reaccionar ante los nuevos problemas y encontrar nuevas soluciones. Esto es algo que estamos viendo ahora en la crisis del euro, donde las personas buscan orientación y esperan respuestas a sus legítimas preguntas.

A su vez, la práctica política de la Democracia Cristiana está esencialmente fundamentada en una visión cristiana de la humanidad, algo cada vez más importante en un tiempo en el que pocas áreas de la vida son capaces de resistir las fuertes presiones de los mercados económicos. Estoy seguro de que las políticas demócrata-cristianas aportan respuestas importantes ante el riesgo de que todo acabe determinado por las reglas económicas. Existen valores más allá de la economía. Y lo vemos en lo que se refiere a asuntos relacionados con la bioética, los derechos humanos, la política educativa, la protección de las celebraciones religiosas, o la familia, por mencionar solo unas pocas áreas. 


Mantener el equilibrio entre libertad y responsabilidad es una parte esencial de lo que la “C” de Democracia Cristiana quiere significar. Todo individuo dentro del estado debe ser, en primera estancia, responsable de su propia vida. Y cada ciudadano debe tener garantizada la mayor libertad posible a la hora de ejercer esta responsabilidad. Una esfera privada que viene complementada por la familia, los amigos, o iniciativas privadas como clubs y asociaciones. El estado debe facilitar y promover estos esfuerzos. Pero además somos seres sociales, incapaces de sobrevivir aislados, y en términos concretos esto significa que la actividad emprendedora no debe estar encadenada con un exceso de normas, tasas o gravámenes. También significa que el objetivo de un estado cimentado en la asistencia social debe de estar al lado de aquellos que requieren su ayuda para lograr que recuperen su autonomía cuanto antes.


No podemos reducir la libertad a un mero concepto. Las condiciones sociales pueden significar a menudo que la libertad que en teoría existe, en la realidad no permita a las personas vivir su vida libremente. Por eso es oportuno e importante crear oportunidades para todos los ciudadanos. Oportunidades para obtener unos buenos resultados académicos y lograr un empleo. Así todos, en el marco de seguridad ofrecido por el estado, serán capaces de perseguir y lograr la felicidad. Lo que se requiere no es una completa igualdad en los ingresos, sino las mismas oportunidades para todos. Algunas personas nacen en la cima de la montaña, otras en el valle. Algunas personas tienen facilidad para progresar, mientras que otras necesitan de un mayor esfuerzo. Pero lo importante es conseguir que no existan obstáculos injustos que bloqueen el camino de la persona.

1 comentario:

  1. Esta visión de la Democracia Cristiana se refiere a sus principios meta políticos.Es correcta. Pero el caso es que cuando se llevan esos principios al ámbito de la competencia electoral entran en juego otros conceptos,otros valores,otras circunstancias que los dirigentes no tomamos en cuenta . La Democracia Cristiana esta de capa caída en términos político-electorales porque sufrió el embate de la izquierda marxista en los 60-70, luego el embate de la doctrina de la seguridad publica procedente de USA (por las mismas décadas) y finalmente el embate del capitalismo salvaje.
    En el ínterin-al menos en lo que respecta a América Latina ,fue descendiendo la representatividad de la D.C. al mismo tiempo que fue infiltrada por los males que carcomen la política en todas las esfera de decisión: la corrupción. Hoy dia la D.C. (lo que resta) se ha refugiado en planteos de ética política pero ha sido desplazada de las esferas de poder decisional.
    No tengo duda alguna de que dentro de algún tiempo-cuando la esfera privada (negocios) se separen de la esfera publica (política) y logremos controlar la inmensa distorsión de la narcoactividad y la criminalidad organizada en todas sus formas-los principios meta políticos de la D.C. pueden volver a jugar un papel decisorio,si es que antes,la humanidad no sucumbe victima de sus inmensos errores.

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